Visitemos Misiones logró contactarse con “Rosita”, que trabajó durante más de 7 años para el Papa Francisco, en aquel entonces, Cardenal en la Catedral de Buenos Aires.
De pocas palabras y muy reservada, no le gustan las cámaras o los falshes y durante muchos años ni siquiera sus allegados o propias hijas conocían esta etapa en la vida de Rosalina Miranda, o “Rosita”, como le decían cariñosamente en la Catedral de Buenos Aires.
“Mi mamá es muy reservada, a ella como la gente de antes no le gusta contar sus cosas, tanto que yo me entere hace poco esto”, resalta Daisy Suarez, una de sus hijas a Visitemos Misiones.
Igualmente y pese a su reserva, los comentarios o recuerdos son frecuentes hacia esos años, en los que siempre destaca que «la sonrisa o la forma de hablar que tenía, siempre era algo especial», rememora Rosalina a sus hijas, quien además destaca que “Bergoglio vivía en el lugar más pobre, pegado casi a la Catedral y siempre recibía a todos de la misma manera, era un ser que irradiaba luz”, comentan.
Hoy, a sus 60 años y con el apoyo familiar desde su vivienda en Gobernador López, Rosalina tiene un solo sueño y es el de poder volver a ver a “Jorge”, como lo llamaba, hoy, nuestro “Papa Francisco”.
«Sería un lindo sueño, me gustaría mucho poder volver a verlo, pero es casi imposible porque no tengo como para poder viajar y ahora es una persona muy ocupada como para fijarse en mí «, suele decir Rosalinda.
Mucho se ha hablado sobre la relación particular de todos los que habían sido colaboradores o llegaron a trabajar con el Santo Padre durante sus años de sacerdocio, pero todos coinciden en lo mismo, el trato personal y generoso con cada uno de ellos.